La oruga procesionaria y el Yorkshire Terrier

La mayoría de los yorkies disfrutan de los paseos al aire libre. Salir a jugar y a correr por un parque o un jardín les permite quemar energía, mantener una buena forma física y, por supuesto, divertirse. Claro que debemos cuidar al animal ya que, en medio de los juegos y del ejercicio, puede encontrarse con ciertos riesgos para su salud.

El momento fundamental del ciclo de la oruga del pino o procesionaria se desarrolla durante el inicio de la primavera, cuando todas las orugas migran.


Si tu perrito ha estado jugando cerca de pinos, abetos o cedros, puede haber entrado en contacto con la Thaumetopoea pityocampa, un lepidóptero conocido como procesionaria del pino. Su nombre está vinculado a su particular manera de desplazarse en estado de larva (como oruga): en hilera, como si fuera en procesión.
La principal característica de esta oruga es que está recubierta de pelos que, al desprenderse de su piel, quedan sobre la tierra o flotando en el ambiente. Estos pelos resultan muy urticantes y alérgicos, generando diversos problemas en las personas y sus mascotas.
Los yorkshire terrier, sobre todo los cachorros, sienten gran curiosidad al observar cómo se desplaza la procesionaria. Por eso no es raro que le den un lengüetazo o hasta que se coman la oruga. Esto hace que los pelos de la procesionaria se claven en la lengua del animal o en su piel, liberando una sustancia tóxica que ataca al perro.

Al sufrir la infección, el perrito se mostrará muy alterado ya que no sólo sentirá dolor, sino también una gran picazón. Además de tratar de rascarse, el animal se babeará en exceso y exhibirá una inflamación en su lengua, labios y cabeza en general.
El contacto con la procesionaria es tan grave que la lengua del perro sufre una necrosis y hasta se termina cayendo el trozo que estuvo en contacto con la oruga. Si el contagio llegó hasta la laringe, el animal puede asfixiarse y morir.

Ante los primeros síntomas, es imprescindible llevar a la mascota al veterinario. Un primer paso es lavar la zona infectada con jabón y agua tibia para eliminar el tóxico. El profesional puede suministrar además antihistamínicos y corticoides, ya sea localmente o a través de una inyección. En los casos más graves, en los que el contagio alcanza la laringe, se necesita de una traqueotomía para evitar la asfixia del perro



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